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Selecciones de la Historia

Economía y Sociedad № 105
Octubre - Diciembre 2020

Washington y los judíos

Por John Berlau, senior fellow Competitive Enterprise Institute (National Review, 13.8.20; Extracto)

En 1790, con la recién ratificada Constitución de los Estados Unidos, Moses Seixas, hijo de judíos sefarditas que emigraron desde Portugal, prosperaba como comerciante y cofundador del Banco de Rhode Island en Newport. Moses había aprovechado las oportunidades que la nación ofrecía a los que trabajaban duro. Llegó a ser también Custodio de la Congregation Jeshuat Israel que se reunía en torno a una sinagoga ubicada en el centro de Newport. Ese año, los judíos eran alrededor de 2.000 sobre una población de 2,5 millones.

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Aunque Seixas y sus correligionarios judíos habían prosperado, les preocupaba que su libertad religiosa y cívica se perdiera. Temían que los milenios de historia de persecuciones a los judíos se repitiera. A través de los siglos, los judíos fueron expulsados de diversos países europeos: desde Inglaterra en 1290, desde España en 1492 y desde Portugal en 1496, entre muchas persecuciones que sufrieron.

Cuando Seixas se enteró de que el entonces presidente George Washington visitaría Newport para celebrar que Rhode Island había sido el último Estado en ratificar la nueva Constitución, decidió aprovechar la oportunidad para pedirle que confirmara que las promesas de libertad de los Padres Fundadores y de la Constitución se aplicaban también a los judíos.

Washington llegó a Newport en agosto de 1790. Según la Enciclopedia histórica Mount Vernon, visitó la sinagoga, momento en que Seixas le entregó la carta firmada por los miembros de la Congregation Jeshuat Israel.

La carta, fechada el 17 de agosto de 1790, señalaba: “Después de haber estado despojados de los derechos invaluables que asisten a ciudadanos libres, ahora, con un profundo sentido de gratitud al Dios Poderoso que dispone de todos los eventos, vivimos bajo un gobierno elegido por la majestad del pueblo; un gobierno que rechaza el fanatismo y la persecución religiosa y que respeta la libertad de conciencia y la inmunidad propia de la ciudadanía”. La carta le solicitaba a Washington que confirmara que la visión de Seixas y los judíos norteamericanos sobre las promesas de libertad de la nueva nación, eran correctas.

Al día siguiente, Washington les dirigió una carta de respuesta en que les señalaba que en la nueva nación los judíos serían ciudadanos en plenitud. Utilizando las propias palabras de Seixas, Washington les expresó: “El gobierno de los Estados Unidos rechaza el fanatismo y la persecución religiosa”. Y agregó que la Constitución de los Estados Unidos va más allá de simplemente tolerar las religiones, porque promueve y defiende la libertad religiosa a las personas de todos los credos.

A continuación, Washington utiliza el pasaje de Miqueas 4:4 del Antiguo Testamento para señalarles enfáticamente que en la nueva nación “todos podrán sentirse seguros bajo sus propias viñas e higueras, porque nadie los molestará”.

Esta carta de Washington a Seixas marca un hito en los derechos humanos universales. Por primera vez en la historia, no solo de los Estados Unidos, sino desde la Antigüedad, la política pública de una nación garantizaba la ciudadanía y el respeto a quienes profesan la religión judía.

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