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Economía y Sociedad

Capitalización. La revolución chilena que recorre el mundo

Noviembre 2025

Un sistema para el mundo

Por Richard Rahn, presidente del Institute for Global Economic Growth y exvicepresidente y economista jefe de la United States Chamber of Commerce (The Washington Times, 15.5.08; Extracto)

Si a usted le pidieran que nombrara a la persona que más que ninguna otra ha hecho posible que una mayor cantidad de trabajadores acumulen riqueza y seguridad en el mundo, ¿a quién nombraría?

 

En 1881, aquí en Berlín, Otto von Bismarck comenzó el primer sistema de seguridad social (de “reparto”) que sirvió como modelo para el sistema de EE.UU. y de muchas otras naciones (incluso fijó entonces la edad de retiro en 65 años). Pero no, Bismarck no es la respuesta a la pregunta inicial. La respuesta es José Piñera. Y aquí explicaré por qué.

 

El sistema de seguridad social de Bismarck es básicamente un sistema de pirámide (llamado un esquema de Ponzi, por el fraude gigantesco que cometió un italiano a principios del siglo 20 en EE.UU. vendiendo un sistema similar). Los trabajadores pagan un impuesto todos los meses para financiar a los jubilados. No se ahorra ningún dinero.

 

El sistema de reparto solo funciona en el largo plazo si la población está creciendo y si la mayoría de los jubilados no vive mucho tiempo. Esas condiciones ya no existen en los países de alto ingreso. Incluso en los países de medios y bajos ingresos, el crecimiento de la población ha disminuido y la esperanza de vida se ha elevado rápidamente. Como resultado, muchos de los sistemas de pensiones de “reparto” se encaminan hacia la bancarrota.

 

Treinta años atrás, un joven José Piñera, que había obtenido un doctorado en la Universidad de Harvard, era el Ministro del Trabajo y Previsión Social de Chile. El comprendió el desastre al cual se dirigía el sistema de pensiones de reparto estatal.

 

Inspirado en un concepto del economista Milton Friedman, más tarde Premio Nobel, desarrolló una solución que le da poder a los trabajadores y real seguridad financiera. Hasta ahora el “modelo Piñera” de pensiones ha sido adoptado en más de 30 países y cubre a varios cientos de millones de personas. Por una simple razón: ¡funciona bien!

 

Bajo el “modelo Piñera”, los trabajadores están obligados a invertir (el 10% de sus remuneraciones) en fondos de pensiones solventes y altamente diversificados. Debido a que estos trabajadores realmente son dueños de sus fondos de pensiones (como lo son los que tienen fondos 401(k) en los Estados Unidos), ellos pueden elegir que su edad de retiro sea 50 u 80 años si financian su jubilación con su propios recursos. Mientras más tiempo trabajen, más dinero tendrán -y por eso cada individuo puede elegir su edad de retiro si cumple ciertas condiciones razonables. (Los más pobres y aquellos que son incapaces de trabajar están cubiertos por una pensión mínima estatal).

 

José Piñera estuvo la semana pasada en Berlín, explicando su modelo a los líderes de opinión alemanes, como parte de una extensa gira europea denominada el Free Market Road Show, auspiciada por el Centro Europeo para el Crecimiento Económico y el Instituto Hayek de Viena, Austria.

El sistema de pensiones privado chileno comenzó en 1981, exactamente 100 años después que Bismarck instituyó su sistema en Alemania. Han pasado entonces 27 años desde que el sistema inició sus operaciones en Chile, por lo que José Piñera ahora puede responder a sus críticos, no solo con argumentos teóricos, sino que también con datos duros irrefutables.

 

Los resultados son fenomenales. Los trabajadores chilenos han ganado en sus fondos personales de pensiones un retorno promedio anual de 10 por ciento sobre la inflación en los últimos 27 años. El resultado es que la mayoría de los chilenos ya no es más pobre. De hecho, cada uno de ellos es ahora un “pequeño capitalista”.

 

El gobierno chileno, cada día más libre del pago de pensiones proveniente del antiguo sistema estatal de reparto (casi todos los chilenos se han trasladado al sistema de cuentas privadas de capitalización, aunque se les entregó la opción de haber seguido en el sistema estatal antiguo), tiene ahora un superávit fiscal.

 

El “modelo Piñera” ha generado tanto capital para la inversión productiva que Chile se ha convertido en un sólido país con el ingreso por persona más alto de toda América Latina.

 

Algunos críticos en EE.UU. y en otras partes argumentan que invertir los fondos de pensiones en acciones y bonos es riesgoso, pero el verdadero riesgo para los trabajadores es verse atrapados en un sistema de pensiones estatal que marcha hacia la insolvencia.

 

En 1981 (cuando se inició el sistema chileno) el índice Dow Jones del precio de las acciones en EE.UU. alcanzaba a cerca de 800 puntos. A pesar de todos los altibajos a lo largo de los años y de la inestabilidad del año pasado, el promedio Dow Jones llegó este año a 12.800, o sea 16 veces de lo que era en 1981. Aquellos ciudadanos que se retiren ahora en el sistema estatal norteamericano de Seguridad Social desafortunadamente recibirán sólo un modesto pago en relación a lo que podrían haber recibido si los líderes políticos no los hubiesen tenido cautivos en un sistema fiscalmente insostenible.

 

Ahora sabemos que, tanto en teoría como en la práctica, el sistema privado de pensiones de capitalización individual funciona mucho mejor que los sistemas estatales de reparto. Los opositores solo pueden evitar que los ciudadanos prefieran un “modelo Piñera” manteniéndolos ignorantes de los beneficios y haciendo afirmaciones falsas respecto al éxito de los sistemas privados de pensiones.

 

Afortunadamente, el mundo aún tiene a un José Piñera muy vigoroso, quien por tres décadas ha decidido dedicar su vida a empoderar a los trabajadores y convertirlos en pequeños capitalistas, libres de la opresión del gobierno sobre sus cuellos.

 

José Piñera ya ha hecho la vida más segura y próspera para millones de trabajadores del mundo entero y, con suerte, pronto serán billones.

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