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Tribuna

Economía y Sociedad № 90
Febrero - Abril 2017

Ubereconomics

Por Carlos Gómez, profesor universitario y consultor de empresas.

El paradigma Uber es una fuerza que podría revolucionar la economía mundial. En su origen, está la empresa Uber, la mayor compañía de transporte del mundo, pero que no posee ningún auto ni camión ni helicóptero. Casi no tiene activos, pero es la empresa privada más valiosa del mundo: $ 70.000 millones de dólares. La emblemática General Motors vale $ 52.000 millones de dólares. 

En el invierno de 2008, Travis Kalanick y Garret Camp salían de una conferencia en París, LeWeb, en dirección al aeropuerto pero no encontraron taxi.  Allí nació la idea de un software que permitiera siempre, a algún precio, encontrar a la demanda con la oferta de transporte en el momento y el lugar preciso. Esta simple idea, lanzada como aplicación para celulares en 2010, hoy presente en 425 ciudades de 74 países y con 30 millones de clientes mensuales, le ha permitido a Kalanick y Camp atraer inversionistas de todo el mundo que han invertido en Uber $ 18.000 millones de dólares. ¿Por qué invierten capital en una empresa todavía sin utilidades? ¿Qué puede explicar este fenómeno?

El automóvil es quizá uno de los activos más subutilizados del mundo: permanece estacionado más del 80% del tiempo. Uber descubrió cómo aumentar el rendimiento de los autos, permitiendo mediante una simple aplicación de celular que personas dueñas de un auto puedan dedicar horas de su tiempo libre a trasladar personas que buscan transporte más confiable, más barato y más eficiente. El dueño del auto recibe un ingreso al cual nunca podría haber aspirado sin la idea Uber. Y Uber cobra un porcentaje de cada transacción. Todos ganan.

Si Uber se aplicara sólo a los autos, ya sería un cambio notable. Pero hay razones para pensar que estamos en presencia de lo que ya se denomina Ubereconomics. Una de las maravillas de lo que constituye Ubereconomics es que se aplica a cualquier activo que tenga cuotas importantes de subutilización. Las casas y departamentos de veraneo, por ejemplo, tienen un alto grado de subutilización.  También las casas y departamentos de primera vivienda en ciudades pueden tener una pieza o una zona de la casa subutilizada.  El Uber de la hotelería, Airbnb, mediante otra simple aplicación en celular permite conectar a 2 millones de dueños de casas y departamentos en 34.000 ciudades de 190 países con viajeros de todo el mundo que alojan en un lugar más familiar, por una fracción de lo que pagarían en un hotel formal con características de ubicación y confort similares.

SoFi, una plataforma financiera desarrollada también en los barrios de Stanford University que, así como Uber desplaza a los taxis, cambia el paradigma de la banca tradicional.  El software, via celular, sin sucursales bancarias físicas, conecta directamente a quienes quieren prestar su dinero a personas que lo necesitan para pagar sus estudios universitarios o comprar un departamento. SoFi no califica el riesgo de quienes requieren créditos recurriendo a su historia de pago -el Dicom del siglo pasado- sino en base a su potencial de generación de ingresos futuros según sus estudios y experiencia laboral. 

El éxito de SoFi es total. Genera $1,000 millones de dólares mensuales en solicitudes de préstamos. Ha efectuado 150.000 préstamos a estudiantes universitarios y créditos hipotecarios por un total de $10.000 millones de dólares.  De 100.000 préstamos a estudiantes para pagar sus estudios universitarios, sólo 14 dejaron de pagar (7 porque fallecieron), una tasa de default de sólo 0.02%, muy inferior a las tasas de no pago de la banca tradicional. Quienes requieren financiamiento para sus estudios o para comprar un departamento acceden a tasas de interés 30% a 40% inferiores a la banca tradicional porque los riesgos de los inversionistas disminuyen por diversificación y los costos de intermediación se reducen dramáticamente por la ausencia de sucursales y trámites en papeles propios del siglo pasado. Ubereconomics es un nuevo paradigma que desafía la lógica antigua de la banca como la conocemos hasta hoy.

Y llegamos así al activo más importante de la sociedad: la gente. Todos tenemos algún tiempo libre, parte del cual podríamos aprovechar para mejorar nuestros ingresos. TaskRabbit y Handy permiten, vía celular, que las tareas de cualquier casa puedan ser hechas por personas con la capacidad, la experiencia y el tiempo libre para hacerlas.  Puede tocarle incluso su vecino que le ayude en su casa por un monto por hora previamente acordado en la aplicación. Doctor on Demand permite que pacientes y doctores hablen por videochat para llegar a un diagnóstico y recetar tratamiento y remedios, y todo ello cubierto por el seguro médico, lo que augura a esta aplicación un rápido crecimiento en Estados Unidos y de ahí al resto del mundo.

Se trata de una revolución hacia la libertad laboral de escala planetaria. En el mundo Uber ya no es necesario  tener un contrato de trabajo: uno trabaja por hora (o minutos), cuando quiere, y atiende a quien quiere. No tienen lógica las “horas extra”: si estoy cansado, me desconecto de la aplicación. Si necesito más ingresos, me conecto al celular para trabajar. Siempre habrá demanda a algún precio. Los sindicatos, ya en franca decaída en todo el mundo, aquí son impensables: la decisión de trabajar, por cuánto tiempo, a qué precio, es enteramente personal. Un salario mínimo por ley es imposible: cada uno es libre de trabajar para quién estime conveniente en el momento que escoja, al precio por hora, o por servicio terminado, ofrecido. Además, no existe una empresa para el cual uno sea empleado: le presto servicios directamente a otra persona como yo. El mundo Uber facilita la plataforma de conexión, pero no es ni mi empleador ni mi cliente. Mi horario es flexible. Mi trabajo es libre. Ubereconomics es sinónimo de libertad laboral. 

Algunas personas inteligentes se rieron de Kalanick y Camp y les aseguraron que nadie en su sano juicio se iba a subir al auto de un desconocido y, además, pagarle. Por qué estaban equivocados? Aquí surge otro aspecto de Ubereconomics que hace posible el objetivo principal de ampliar rentablemente con nuevos usos los activos subutilizados: la amplia disponibilidad de información, gracias al extraordinario avance del mundo digital, que salva la brecha de conocimiento entre vendedor y comprador.  


Cuando abro la aplicación y solicito un auto, diciendo a dónde me dirijo, sé cuánto me cobrarán, cuánto demorará mi viaje, en qué tipo de auto me llevarán, la patente del auto y quién me llevará. Hasta su foto. Sé cuántas estrellas tiene quién a través de Uber me llevará, quien a través de Airbnb me recibirá en su casa, quién a través de TaskRabbit vendrá a mi casa. Y esas estrellas se las han ganado con el puntaje que le han asignado otras personas antes que yo. Cuando son cientos, miles de personas, que han puesto estrellas conocemos entonces la calidad y confiabilidad de lo que estamos contratando. La brecha de información se acorta sustantivamente. 

El mundo Uber permite también que quien presta el servicio, el chofer del auto en Uber, califique con estrellas al cliente. De modo que quienes arriendan su trabajo conocen de antemano quiénes son sus clientes. Ubereconomics no necesita de un Estado protector.

Ubereconomics abre también oportunidades para satisfacer las aspiraciones de los Millennials, el grupo de consumo de más alto crecimiento en la actualidad: acceder a todos los bienes por arriendo -pago por hora o por servicio completado satisfactoriamente- sin necesidad de adquirirlos. Adquirir bienes significa un costo alternativo alto para los Millennials porque les inmoviliza dinero que de otra forma podrían invertir o ahorrar.

Ubereconomics sólo puede crecer porque, como señalaba el premio Nobel de Economía 1991 e influyente pensador sobre la teoría de la empresa, Ronald Coase, el crecimiento de una empresa depende de su habilidad para reducir los costos de transacción, es decir, los costos de reunir al trabajador con el cliente; y de aumentar la información que permita reducir las brechas de conocimiento y  los errores de gestión.  Ambas variables las resuelve Ubereconomics a una escala desconocida hasta ahora, hecha posible por la potente expansión del mundo digital.  

El desafío para nuestras sociedades es entender  que el fenómeno de Ubereconomics significa libertad de trabajo, mejores remuneraciones, mayor información y calidad, y a menor costo para todos. En consecuencia, las políticas públicas deben tener como objetivo que más personas puedan acceder a Ubereconomics y a los espacios que abre de mayor libertad para todos.

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