
Economía y Sociedad
Capitalización. La revolución chilena que recorre el mundo
Noviembre 2025
República Dominicana
Por Andrés Dauhajre hijo, presidente de la Fundación Economía y Desarrollo (El Caribe, República Dominicana, 14.4.25; Extracto)
“Duele el alma” me respondió nuestro amigo chileno José Piñera, padre del modelo de pensiones basado en la capitalización individual, cuando el pasado martes 8 de abril, a las 10:34 p.m. le escribí para informarle de la inesperada y muy dolorosa partida de Eduardo Grullón, fundador y presidente de la AFP Popular, su esposa Jhoanna y su hermana Alexandra, a raíz de la tragedia más grande que ha afectado a nuestra nación en este siglo, el derrumbe del techo de una discoteca y la muerte de 226 personas.
A través de José Piñera, a quien en una columna hace casi 30 años denominé el “hombre de la libretita”, logramos intensificar una amistad, hilvanada por los años de vecindad en Los Rosales, y fortalecida por el convencimiento que ambos teníamos sobre cuánto progresaría nuestra nación con un sistema de pensiones similar al que José había diseñado e implementado en Chile hace 45 años.
¡Qué recuerdos! En mayo de 1991, mi Fundación Economía y Desarrollo invitó a José Piñera al país para explicar la exitosa reforma laboral ideada y ejecutada por él en Chile, cuando se desempeñó como ministro del Trabajo y Previsión Social.
Después, recuerdo la llamada de Eduardo a principios de enero de 1998 para que le ayudara a convencer a José de regresar al país, esta vez para describir la más famosa y trascendental de sus reformas, la de pensiones, en un seminario que organizaba ANJE, entidad que Eduardo presidía.
Finalmente, a principios de agosto de 2007, me llama de nuevo Eduardo para decirme que había invitado a José al país por tercera vez para una serie de encuentros con sindicalistas y empresarios, programas de televisión y el almuerzo del miércoles 15 de agosto de la Cámara Americana de Comercio, en el cual José tituló su disertación: “La revolución de la Capitalización: Hacia un mundo de trabajadores-propietarios”.
Es indudable que República Dominicana ha perdido al empresario más comprometido con la mejora del bienestar de los trabajadores a través de un sistema de pensiones de capitalización individual.
Ese sistema, que Eduardo Grullón ayudó a desarrollar desde la estructura del Grupo Popular, es el responsable de que 5 millones de afiliados tuviesen al final de febrero pasado 17.600 millones de dólares en sus cuentas de capitalización individual, de los cuales 9.300 millones de dólares fueron aportados por la rentabilidad que lograron las administradoras de fondos de pensiones.
El sistema ha logrado, a pesar de las excesivas restricciones impuestas por la regulación a la inversión del ahorro previsional de los trabajadores, que de cada 100 pesos que tiene el trabajador promedio en su cuenta de capitalización individual, 53 se deban a la rentabilidad conseguida por su AFP.
Es evidente que, a pesar de ese logro, el sistema no puede generar pensiones elevadas si el trabajador se retira a los 60 años, que es la edad legal en República Dominicana. El sistema de capitalización individual no puede replicar el milagro de multiplicar 5 panes y 2 peces para alimentar a miles de personas. Con una cotización promedio de 8% del salario durante 30 años, no es posible generar una pensión elevada durante 20 años.
El sistema necesita que el Congreso ajuste sus parámetros clave y eleve gradualmente la tasa de cotización a 15% del salario, en línea con los ajustes realizados en México, que decidió aumentar la cotización de 6% a 15%, y en Chile, que comenzará a elevarla paulatinamente de 10% a 16%. Ello debe ir acompañado de un aumento gradual de la edad de retiro para pensión de vejez de 60 a 65 años.
Con la partida de Eduardo Grullón he perdido a mi aliado más sólido en el sector privado en esta batalla; un aliado que con sus acciones en favor de los trabajadores había construido puentes de entendimiento, comprensión y credibilidad con los líderes de las principales confederaciones sindicales del país. A pesar de ello no dejaré de luchar por esta profundización del sistema.
Estoy seguro que el presidente que surja de las elecciones de 2028 lo entenderá y ejecutará estos ajustes consciente de que ese es el cambio que necesitamos para generar un crecimiento económico sostenido y garantizar a nuestros trabajadores un retiro decente.
Un día no muy lejano, los hijos de Eduardo se llenarán de satisfacción y orgullo al descubrir que su padre ayudó a levantar un sistema de pensiones que ha elevado el ahorro, promovido la inversión, estimulado el crecimiento y garantizado la estabilidad económica.
Sin el sistema de capitalización, la economía dominicana sería un desastre.
