“Tironi equivocado”
Eugenio Tironi llama al capitalismo y a la empresa chilena a recostarse en el diván del terapeuta, que sorprendentemente asimila al proceso constituyente. Tironi asume que se requeriría una suerte de mandato externo, los edictos de Davos o las encíclicas papales, para encarrilar a las empresas hacia decisiones conducentes a objetivos que las trasciendan, como la protección del planeta y la salud de la población. Según Tironi, ello supondría abandonar, o al menos mitigar sustancialmente, el natural afán de lucro de estas. Pero hoy como ayer, sigue siendo el afán de lucro, esa suerte de líbido empresarial, esta mina del capitalismo, el más eficaz medio de solución de muchos de los problemas. La solución al problema mundial del Covid-19, gracias a las vacunas desarrolladas por las principales farmacéuticas del mundo, no va a ser consecuencia de la benevolencia de aquellas, sino de su propio afán de lucro. En cuanto al medio ambiente, y tratándose de Chile, la notable y beneficiosa irrupción de las energías renovables no convencionales en la matriz de generación, no fue el resultado de la lectura detenida de las encíclicas papales por parte de los ejecutivos del sector, sino del afán de lucro empresarial, que supo aprovechar el cambio tecnológico, resultado también del afán de lucro que tuvo lugar en otras latitudes. Las empresas nunca han operado en el vacío: son permeables, en razón de su propio afán de lucro, a las exigencias de la sociedad; lo demás es caricatura”.
Jorge Quiroz, economista (El Mercurio, 9.12.20)