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DESPEDIDA A SU SANTIDAD JUAN PABLO II

Por Monseñor Bernardino Piñera
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
[Palabras de despedida a Su Santidad Juan Pablo II al término de su visita a Chile; Antofagasta, 6 de abril, 1987]

1. ¡Qué hermoso fue, el miércoles pasado, ver bajar de la montaña los pies del Mensajero de la Paz!

 

Han pasado cinco días, cinco días que han sido para nosotros cinco siglos o cinco segundos.

 

Siglos, por la densidad de su testimonio y la profundidad de sus segundos, para los que apenas lo vieron, pero segundos en que un rayo de amor se clavó para siempre en miles, en centenares de miles, en millones de corazones chilenos.

 

¡Con cuánta pena veremos ahora subir por la montaña los pies del Mensajero de la Paz!

 

2. Nos habíamos acostumbrado, Santo Padre, a tenerlo entre nosotros. Lo hemos sentido como uno de nosotros.

 

Usted acaba de recordar, en la Cárcel de Antofagasta “cómo quiere el chileno al amigo cuando es forastero”. Pero usted, Santo Padre, ya no es forastero, no ha sido nunca forastero. Para nosotros, el que se aleja es el Papa, pero el Papa es chileno. Es polaco, es romano, es uruguayo, es argentino... lo sabemos: pero es también chileno.

 

3. Usted nos deja un mensaje que hemos escuchado o leído, que vamos a seguir estudiando y meditando, y que va a inspirar nuestra acción por mucho tiempo.

 

4. Pero, más aún que su mensaje, quedará grabado en nuestro recuerdo su testimonio.

Hemos sido testigos de su celo apostólico y misionero infatigable, llevado hasta el límite del agotamiento diario; de su cariño por los niños, de su ternura por los enfermos; de su oración profunda, de la entereza de su carácter, de su grandeza de alma para convertir unos pocos episodios ingratos .en imperecederas lecciones de dignidad, de serenidad y de verdadero y auténtico amor.

 

Si alguna de sus muchas palabras habrá de quedar resonando más que otras a lo largo de Chile, será aquella con la cual culminó nuestra Eucaristía en el Parque O’Higgins: “¡El amor puede más!”.

 

Tengo especial encargo del señor Cardenal Arzobispo de Santiago de decirle que lo que él ha sufrido por esos dolorosos momentos, lo ha ofrecido a Dios por Su Santidad y para que su mensaje de reconciliación y de paz penetre en todo su pueblo.

 

 

5. Usted, Santo Padre, nos ha dado mucho amor. Pero nosotros también, Santo Padre, le hemos dado mucho amor.

 

Ese amor, usted lo ha visto, lo ha oído, lo ha palpado, se lo hemos gritado, se lo hemos cantado, y hasta se lo hemos bailado en concentraciones multitudinarias que fueron, a lo largo de Chile, como las cuentas de un rosario de alegría, y más aún, con más espontaneidad todavía, en nuestras calles, en esas calles que han vibrado a su paso y han quedado llorando de alegría por haberlo visto pasar. Ahora sabemos que “nuestro amor” también puede más.

 

6. En nombre de los Obispos de Chile, en nombre de la Iglesia de Chile, y, me atrevo a decir, en nombre del Pueblo de Chile, le doy gracias a Dios por su visita, y le pido a usted, Santo Padre, que no se olvide de Chile, que Chile no olvidará al que pasó por sus calles y por sus cielos, repitiendo sin cesar: “¡el amor puede más! ¡el amor puede más!”.

 

 

† Bernardino Piñera C.

Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile

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