Manuel Rodríguez
A las nueve de la mañana del 21 de marzo, un escalofriante rumor recorió las calles de Santiago. El ejército patriota había sido derrotado por los realistas en Cancha Rayada, cerca de Talca. El desastre era total. Poco se había conseguido salvar y el paradero de los generales Bernardo O'Higgins y José de San Martín, era desconocido. Se especulaba que ambos habían muerto. “Los dispersos referían el desastre con los colores más sombríos y aterradores que les sugería su imaginación embriagada por el pánico”, relata el historiador Diego Barros Arana.
Presos del miedo, muchos no dudaron; era hora de volver a emigrar a Mendoza, tal como en 1814 tras la derrota patriota. “Las calles estaban llenas de mulas cargadas y de carros que conducían fuera de la ciudad a los emigrantes con sus mujeres y familias. El número de los que se ponían en marcha era muy grande y las personas que estaban cerca del gobierno eran las primeras en partir”, detalla el historiador.
Un grupo de vecinos logró que se convocara a una asamblea en el palacio de gobierno para discutir las medidas que se debían tomar ante la urgencia. En la reunión, a las 11 de la mañana del día 23, Manuel Rodríguez arengó a los asistentes. Les conminó a permanecer en el país y a defender, aún a costa de la vida, la libertad de la naciente república. La audiencia, enardecida, reventó en gritos y vivas. En el acto se le nombró director supremo adjunto. Esa asamblea pasó a la historia por la arenga de Manuel Rodríguez: “¡Aún tenemos Patria, ciudadanos!”
Felipe Retamal, periodista (La Tercera, 22.11.20; Extracto)
Carta del Director
Economía y Sociedad № 106
Enero - Marzo 2021