Las revoluciones de la bicicleta
Por Tim Harford, el “economista clandestino” del Financial Times (BBC, 5.5.19)
Fue Pierre Lallement quien inventó una construcción de dos ruedas con pedales llamada “velocípedo”. Más tarde, la llamaríamos bicicleta. No tenía los cambios ni la cadena de las bicicletas modernas. Tampoco tenía frenos.
El siguiente salto tecnológico, la “bicicleta segura”, atrajo a un grupo de usuarios mucho más amplio. Se parecía mucho a las bicicletas modernas con cadena, ruedas de la misma medida y un cuadro en forma de diamante. La velocidad se lograba no gracias a una rueda gigantesca sino a engranajes. Incluso mujeres en vestido podían conducir estas bicicletas. Aunque esto no era algo que le importase a Angeline Allen, quien causó sensación en 1893, andando en su bicicleta en las afueras de Nueva York. “Usó pantalones”, decía un titular en una popular revista de hombres, que añadía que Allen era joven, bonita y divorciada.
La bicicleta fue liberadora para las mujeres. Para andar en ellas debían deshacerse de los corsés y las faldas reforzadas y usar ropa más confortable. También significaba moverse sin chaperona. Susan B. Anthony, activista por los derechos de la mujer durante la mayor parte del siglo XIX, declaró que la bicicleta había hecho “más por la emancipación de las mujeres que ninguna otra cosa en el mundo”.
La bicicleta ha sido una tecnología liberadora para los pobres. En sus primeros años, era mucho más barata que un caballo y ofrecía de alguna manera la misma libertad y servicios.
La bicicleta también impulsó una revolución manufacturera. En la primera mitad del siglo XIX, se utilizaban piezas de ingeniería de precisión intercambiables para fabricar armas de fuego para el ejército de Estados Unidos. La intercambiabilidad, en principio, demostró ser costosa como para replicarla en las fábricas civiles. Pero fue la bicicleta la que creó un puente entre la fabricación de productos militares de alta gama y la producción masiva de productos complejos.
Los fabricantes de bicicletas desarrollaron neumáticos, engranajes, diferenciales y frenos. Estos componentes fueron aprovechados por los fabricantes de autos como Henry Ford. De hecho, la primera bicicleta segura fue fabricada en 1885 en la fábrica Rover en Coventry, Inglaterra. No es coincidencia que Rover se convirtió más tarde en un jugador importante en la industria automotriz. La progresión de hacer bicicletas a hacer autos era obvia.
Hace medio siglo, la producción mundial de autos y bicicletas era más o menos la misma: 20 millones cada uno por año. Desde entonces, la producción de autos se ha triplicado, pero la producción de bicicletas ha aumentado el doble de rápido hasta alcanzar las cerca de 120 millones de unidades al año.
Uber ya anunció que piensa enfocarse más en su negocio de motos eléctricas y bicicletas, y menos en los autos. Algunas empresas han tenido problemas iniciales con este modelo de negocio: muchas bicicletas han sido robadas, dañadas o abandonadas, y por esta razón muchas empresas han dejado de operar en ciertas ciudades. Sin embargo, este mercado parece estar creciendo, dado que la bicicleta sigue siendo el medio de transporte más rápido para circular en áreas de mucho tránsito.
En una época en la que se está explorando el uso de autos sin conductor, muchos creen que el vehículo del futuro no tendrá dueños, sino que se alquilará mediante una aplicación en el teléfono móvil. Si es así, el vehículo del futuro ya está aquí: ya hay miles de esquemas para compartir bicicletas en todo el mundo y su número va en aumento.