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Cuarta época

Economía y Sociedad
24 de Diciembre 2009

Por José Piñera

Quisiera agradecerle a cada uno de Uds. que me hayan acompañado por tanto tiempo en esta comunidad de lectores. Después de todo, escribo solo porque Uds. me leen.

Y lo hago siempre venciendo el temor de no estar a la altura, pues, como escribiera Rilke, "se debería esperar, acumulando alma y dulzura, durante toda una vida larga si fuera posible, y después en fin, muy tarde, quizá se podría escribir diez líneas buenas. Para escribir es necesario haber visto muchas ciudades, hombres, cosas, animales, sentir cómo vuelan los pájaros y saber qué movimiento hacen las pequeñas flores al abrirse en las mañanas; es preciso pensar en caminos de regiones desconocidas; en inesperados encuentros y despedidas; en los días de la infancia cuyo misterio no se acaba todavía de aclarar; en las enfermedades de la niñez que marcaban el comienzo de graves transformaciones; en los días pasados en habitaciones calmas y contenidas; en las mañanas frente al mar; es necesario guardar recuerdos de muchas noches de amor y de los alaridos del parto; hay que haber estado al lado de los moribundos y haber quedado junto a los muertos en las piezas solas con la ventana abierta por donde los ruidos entran a golpes".

Pero al final escribo pues, como dijera el cardenal Ratzinger el día antes de ser elegido Papa, "todos los hombres quieren dejar una huella que queda. ¿Pero qué queda? El dinero no. Los edificios tampoco. Después de un tiempo todas esas cosas desaparecen. La única cosa que es eterna es el fruto de lo que hemos sembrado en las almas: el amor, el conocimiento, el gesto capaz de tocar el corazón, la palabra que abre el alma a la alegría del Señor. Solo así la tierra puede cambiar de valle de lágrimas en jardín de Dios".

 

Muy Feliz Navidad.

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