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Tribuna

Economía y Sociedad № 106

Enero - Marzo 2021

El éxito de Liechtenstein

Por Natalia Motyl, economista Fundación Libertad y Progreso (CATO, 30.7.19; Extracto)

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Si tuvieran que mencionar los países más liberales del mundo muchos dirían Hong Kong, Irlanda, Nueva Zelandia, Suiza o Australia. Lo que no todos conocen es que existe un pequeño país de tan solo 36.000 habitantes que es un verdadero paraíso liberal. Liechtenstein se encuentra ubicado en los Alpes, a orillas del Rin, entre Suiza y Austria, con un área de 160 km2. Sus ciudadanos gozan del nivel y de la calidad de vida más altos del mundo. El PIB per cápita es de $170.000 dólares, el más alto del ranking mundial de un total de 196 países. No tiene desempleo ni inflación. La esperanza de vida es altísima, 82,2 años, no tiene corrupción y la tasa de homicidios es nula. Ocupa el puesto 18 del Índice de Desarrollo Humano (IDH) que elabora las Naciones Unidas para medir el nivel de vida.

Liechtenstein es una de las economías más industrializadas del mundo, con un alto grado de innovación. A pesar de que la mayor parte de su economía se basa en el sector financiero y el turismo, el 40% de la mano de obra trabaja en el sector industrial de alto valor agregado y que genera un saldo positivo de balanza comercial de alrededor de $1.500 millones de dólares anuales.

El país tiene una Monarquía Constitucional. Su soberano es el príncipe Hans-Adam II y la soberanía del Estado se reparte entre el príncipe, que ejerce el Poder Ejecutivo, y los ciudadanos, que controlan el Poder Legislativo.

En Liechtenstein la ciudadanía tiene un enorme grado de poder. Es una de las democracias directas más avanzadas y desarrolladas del mundo. Los ciudadanos de Liechtenstein tienen la capacidad de suprimir cualquier ley, reglamento e inclusive de modificar la Constitución.

El poder que poseen los ciudadanos es tal que pueden suprimir la monarquía y decidir mediante su voto quién puede recibir o no la ciudadanía de este país. Las autoridades municipales administran de forma autónoma los asuntos que se plantean y los recursos del municipio.


El príncipe Hans-Adam II es un libertario que promueve constantemente la limitación del Estado y la soberanía del individuo. En 2003 propuso, y fue aprobada, una enmienda constitucional que otorga el derecho de secesión de todos los municipios que conforman el principado. Así, los ciudadanos de cualquier municipio que no estén satisfechos con los servicios recibidos por el Estado pueden votar e independizarse o incluso adherirse a otro país.

También el príncipe promueve los impuestos bajos, fáciles de aplicar; privatizar y mejorar los servicios que el Estado ofrece; liberalizar  todo lo posible los sectores económicos y el tráfico comercial; atraer inversiones y eliminar subsidios.

Liechtenstein se caracteriza por los bajos impuestos. La tasa impositiva máxima es 20% y el IVA es 7,7%, lo que atrae muchas inversiones extranjeras.

No solo es en términos económicos el país más libre del mundo, sino que el sistema político se encuentra configurado de tal forma que el individuo es soberano y el Estado existe para servirle. Esto explica el alto grado de progreso y crecimiento económico que este pequeño país europeo ha alcanzado. Otra prueba irrefutable que el camino al desarrollo es a través de la libertad.

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