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Tribuna

Economía y Sociedad № 100

Julio - Septiembre 2019

Chile, el punto de inflexión

Por Claudio Véliz, historiador chileno, profesor emérito en Historia de la Universidad de Boston

El umbral de una nueva era económica mundial se cruzó hace más de tres décadas con los cambios de política económica en Chile a partir de 1975, y en Gran Bretaña a partir de 1979, seguidos en 1989 por el colapso soviético, la liberación económica en China, el auge de los pequeños “dragones” del sudeste asiático y la adopción generalizada de políticas basadas específicamente en el dinamismo de la libre empresa.

La nación responsable de seguir esa ruta ha sido recompensada con resultados admirables, duraderos y ejemplarizantes que justifican ampliamente aquel valeroso e imaginativo alejamiento pionero del cauce conformista.

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Pocos episodios de la historia de Chile están mejor documentados que el ya legendario “milagro chileno”. Existe abundancia de estudios impresionantemente detallados, acuciosos y prolijos acerca de la gestación y realización de esta política económica. Es importante destacar que la tarea no era restaurar la derruida cúpula a su antigua gloria bajo la impronta del erizo barroco, sino retirar los escombros tan rápido como fuera posible y levantar una nueva estructura más coherente con la vanguardia de las artes, la tecnología, los hábitos sociales, los artefactos y las innovaciones científicas de la herencia universal de la Revolución Industrial.

 

Es difícil encontrar instituciones más profundamente enraizadas en la idiosincracia nacional y menos dispuestas a limitar, disminuir o de cualquier modo atenuar el papel central del Estado que las fuerzas armadas. Esta decidora circunstancia ayuda a comprender la magnitud del cambio impreso por el gobierno militar de Chile en la conducta de los asuntos económicos del país a partir del mes de abril de 1975, fecha en que se aprobó formalmente el drástico programa de liberalización económica elaborado por el grupo de economistas popularmente denominados “Chicago Boys” que le presentó el líder del grupo y Ministro de Hacienda, Jorge Cauas.

 

Ahora sabemos que este programa tuvo altibajos que exigen serenidad y apoyo sostenido pero es también de meridiana claridad que con ese golpe de timón se empezó a dar forma a la profunda revolución económica de signo contrario tanto a lo que antes intentara el gobierno de Salvador Allende como a la ortodoxia dominante en la CEPAL y en la mayoría de las universidades latinoamericanas.

 

La caída del muro de Berlín y el catastrófico derrumbe del Estado soviético a partir de 1989, pusieron punto final a todas estas expectativas y confirmaron la sensatez de quienes en Chile catorce años antes, en 1975, ya habían decidido alejarse de la tradición estatista y optar por las oportunidades que los mercados libres ofrecían a la libertad individual.

 

Es simbólico y decidor que, con una notable excepción, los jefes de Estado y ministros que optaron por este camino realmente revolucionario en Chile, México y Colombia hubieran completado su formación académica en universidades estadounidenses o británicas. La excepción, por supuesto, es la del general Pinochet quien, aconsejado por ministros del calibre de Sergio de Castro, José Piñera, Jorge Cauas y Miguel Kast, adoptó la decisión pionera que cambió el rumbo de Chile y del continente.

(Extracto del capítulo IX del libro “Los dos Mundos del Nuevo Mundo”, University of California Press, 1994, 2009; Tajamares Editores Ltda., 2009)

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