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Tribuna

Economía y Sociedad № 104
Julio - Septiembre 2020

536 d. C., annus horribilis

Por Ann Gibbons, escritora y periodista (revista Science, 15.11.18; Extracto)

El año 536 d. C. fue el peor para estar vivo. Una misteriosa niebla oscureció a Europa, el Medio Oriente y parte de Asia, día y noche, durante todo el año. El historiador del imperio bizantino, Procopius, escribió: “El sol dio luz sin brillo, como la luna, durante un año”.

La temperatura descendió violentamente en el verano generando la década más fría de los últimos 2.300 años. Durante el verano nevó en China. Las cosechas se perdieron y la hambruna se expandió por Europa. Las crónicas de Irlanda registraron “una falta de pan entre los años 536 y 539”.

En 541, la peste bubónica impactó al puerto romano de Pelusium en Egipto. La que más tarde se llamaría la Plaga de Justiniano, se expandió rápidamente desde allí hacia Constantinopla, matando a entre un tercio y la mitad de la población del imperio romano del Este.

Recientemente, un equipo liderado por Michael McCormick, historiador y arqueólogo que preside la Iniciativa para la Ciencia de la Universidad de Harvard, presentó la hipótesis de que las misteriosas nubes se originaron en un cataclismo volcánico en Islandia cuya erupción ocurrió a comienzos de 536. Este descubrimiento surgió gracias a una nueva tecnología laser que permitió analizar los hielos de un glaciar suizo con un nivel de precisión de micrones. En 540 y 547 ocurrieron otras dos potentes erupciones. Este cataclismo volcánico, junto a la peste bubónica, sumieron a Europa en una profunda recesión que duró hasta 640 cuando trazas de plomo aparecen en el hielo originadas por un resurgimiento de la minería del hierro.

Cuando un volcán erupta, lanza súlfuro, bismuto y otras sustancias a la atmósfera formando un aerosol que refleja la luz del sol, enfriando al planeta.

Comparando la historia geológica incrustada en los anillos de los árboles con las partículas de hielo de la Antártica y Groenlandia, los científicos comprobaron que, en los últimos 2.500 años, las explosiones volcánicas provocaron veranos inusualmente fríos. También descubrieron que entre las erupciones volcánicas, las más violentas ocurrieron alrededor de los años 536 y 540.

Un equipo científico investigó las mismas erupciones volcánicas en los hielos del glaciar Colle Gnifetti en Suiza de donde extrajeron una muestra congelada de 72 metros que contiene la historia de erupciones volcánicas, de tormentas de arena y de actividades humanas. La tecnología laser les permitió analizar capas de hielo de apenas 120 micrones de espesor que representan algunos días o semanas de historia geológica. De cada metro de hielo obtuvieron 50.000 muestras para analizarlas arrojando información de 2.000 años de erupciones, tormentas y contaminación de plomo con una precisión de semanas.

En las muestras de hielo correspondiente al año 536 encontraron partículas microscópicas de vidrio volcánico cuyo análisis con rayos X reveló que tenían la misma estructura química de las rocas volcánicas de Islandia.  

En el año 640 del trozo de hielo, encontraron las trazas de plomo que indicaban la explotación de mineral de hierro. En esa época, la plata se obtenía de fundir hierro. Así, las trazas de plomo coinciden con las evidencias históricas de que el aumento de la actividad económica causó escasez de oro lo que impulsó a acuñar monedas de plata que se convirtieron en el estándar monetario de la época.

Durante todos los años del hielo suizo los científicos encontraron mayores o menores trazas de plomo y de otros minerales. Hasta 1349. Ese año las trazas desaparecen coincidiendo con la depresión económica causada por la peste bubónica que asoló a Europa occidental.

El hielo esconde la historia de milenios que recién ahora comienza a develarse con las nuevas tecnologías que permiten analizarlo con precisión microscópica.

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